• Sindicalismo, ¿a dónde y a qué hora?
• Calderón: De dislate en dislate.
La barba remojándose. Después del hermoso acto de autoritarismo calderonista por el cual se determinó liquidar a Luz y Fuerza del Centro y se logró desmantelar al Sindicato Mexicano de Electricistas, efectivamente los líderes de otros gremios ya se pusieron en guardia. Ya durante el gobierno de Vicente Fox, el líder del sindicato de PEMEX había sido atacado por acusaciones de corrupción, y el sindicato minero había sufrido el intervencionismo de Estado tras la desgracia de la mina de Pasta de Conchos y la evidente putrefacción e impunidad de su ex secretario general, Napoleón Gómez Urrutia. Claro que los ataques no habían tenido la fuerza y contundencia que el affaire SME-Calderón.
Indudablemente, los sindicatos independientes (y sobre todo los afiliados a la Unión Nacional de Trabajadores, como el SNTE y el SME) son más susceptibles de sufrir los embates oficiales que otros que, por ejemplo, pertenecen a partidos políticos, caso del sindicato de PEMEX o el SUTERM, que es el otro sindicato de electricistas (de la Comisión Federal de Electricidad). Sin embargo, la historia demuestra que al fascismo le han importado un comino los grupos de interés, y para ello los ha aplastado lo mismo en noches de cuchillos largos (como Hitler) que en estratagemas legaloides (y sería prolijo enumerar casos, pero hay uniones sindicales en Estados Unidos que podrían contar sus historias al respecto, algunas similares a la del SME).
Hoy ya se habla de recontratar a muchos de los 44 mil trabajadores despedidos, de conseguirles becas para estudiar inglés y computación, así como darles un beneficio económico adicional a su liquidación. Como quien dice, hay que “apapacharlos” a ver si caen. Lo cierto es que este presidente “del empleo” no genera puestos de trabajo, ni tiene dinero (pues por eso nos hincaron el diente con el despiadado aumento de impuestos) ni posee credibilidad.
Por lo pronto, el sector sindical mexicano recula y se aprovisiona. Pero no lo hace por los derechos de sus trabajadores, ni por la defensa de la seguridad jurídica y laboral del sector al que supuestamente representa. Más bien, lo hace para no perder sus privilegios y sus canonjías. Entonces, ¿cuál sindicalismo, dónde, a qué hora…?
Nuevamente, las nefastas estrategias calderonistas. Evidentemente, hablamos de una medida disparatada. Nada menos, el gobierno del desempleo dispuso que los 42 mil millones de pesos que cada año se destinaban a la operación de la compañía de Luz y Fuerza del Centro serán empleados en el Programa Oportunidades. Adicionalmente, estos recursos –según el Secretario de Desarrollo Social– se destinarán a las ciudades fronterizas con mayor inseguridad, bajo el pretextazo de cuidar que los niños y adolescentes no adquieran drogas ni armas.
En este sentido, sólo podría creerse semejante absurdo si se le contratara un niñero para cada menor, el cual se encargaría de cuidar que efectivamente se porten bien. Sin embargo, los mexicanos no le creemos ni media palabra, pues tal explicación no sólo es incoherente, sino inverosímil. En cuanto al uso de los recursos para Oportunidades, es notoria la intención de (supuestamente) pretender “ayudar” a casi 7 millones de mexicanos.
Como estrategia electorera, Calderón va a generar más paternalismo, más clientelismo, y lo único que va a hacer –además de pretender mantener a su partido en el poder, del cual ya se encuentra prácticamente prendido con las puras uñas– es fomentar más la pereza ancestral de muchos compatriotas, que no ven en el programa una ayuda para paliar sus necesidades, sino una buena opción para ganar sin trabajar. Otra “ayudita” más para el mexicano flojonazo, y una carga extra para el que sí es responsable y cumplido con sus deberes como contribuyente…
Si Calderón no fuera el especulador, el apóstata y el artero que siempre ha demostrado ser, aplicaría de manera diferente esos recursos, no pensando en cómo sostener lo insostenible –que su partido siga en Los Pinos– sino en lo que es mejor para el país aunque ello fuera o no conveniente para su clan y su instituto político. Pero la buena voluntad, la decencia, la objetividad, la ecuanimidad y la visión de Estado no tienen ningún valor en este país.
En vez de fortalecer al programa Oportunidades (al que no rechazo pues ayuda a personas necesitadas, sino a los fines electoreros con que pretende hacerlo), debería invertir en la creación de infraestructura (industrial, carretera, de servicios, de comunicaciones, etc.) y en el mantenimiento de la ya existente (que en muchísimos casos está para llorar, y para muestra los puentes que se han caído en los límites de Veracruz y Tabasco, más los que están por caerse).
Entre esta infraestructura se debería incluir la instrumentación y operación de redes de electrificación para numerosas ciudades perdidas, colonias irregulares y asentamientos humanos anómalos que material y literalmente están colgados de la luz, robándose la energía eléctrica porque tienen el pretexto o las razones (según se vea) para hacerlo. Si esos mexicanos dejaran de tener luz indebidamente y pagaran por el servicio, no habría necesidad de aumentar el IVA ni de establecer gravámenes absurdos. Pero de ese tema hablaremos la otra semana. Por el momento sólo me queda preguntarle a Calderón, “si tiene el valor o le vale” (usted, amigo lector, seguramente sabe la respuesta).
Jorge Alfonso Ruiz Romero
Diputado Local del PRI, LVII Legislatura
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