Bien señala Gerardo Viloria que “en un país donde hay una contracción palpable del empleo, donde la educación ha dejado de ser un mecanismo de ascenso social y donde se han modificado las relaciones familiares, los jóvenes tienen mayor riesgo de incurrir en actividades delictivas”.
Por ello la delincuencia tiene hoy un nuevo rostro: cada vez hay mas jóvenes y cada vez son más crueles.
El nuevo Sistema Nacional de Justicia para Adolescentes presentado por la federación reformó el artículo 18 de la Constitución General de la República, estableciéndose: que la Federación y los estados deben implementar un sistema integral de justicia aplicable a las conductas delictivas, estableciéndose que las medidas deberán tener como fin la reintegración social y familia; lo anterior produjo reformas al Código de Justicia para Adolescentes del Estado de Puebla determinando su aplicación sólo a quienes tengan una edad comprendida entre los doce años cumplidos y menos de dieciocho, considerando que las personas menores de doce años de edad, a quienes se atribuya la realización de una conducta tipificada como delito, serán atendidas por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado de Puebla.
Sin embargo la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal dio a conocer recientemente que el número de jóvenes implicados en hechos delictivos creció un 289% y en Puebla datos de la Procuraduría del Ciudadano refieren también un incremento sustancial de delitos 56.9%.
Lo paradójico es que aún con un sistema nacional de justicia para adolescentes que en Puebla como en otros estados de la República se ha venido homologando en las leyes estatales, los delitos cometidos por adolescentes se han incrementado.
La edad penal en Puebla como en el resto de las entidades estatales es de 18 años, refiero lo anterior por los casos más recientes conocidos en Tabasco menores de edad asesinan a una familia completa, en Puebla tres jóvenes de 12, 14 y 18 años intervienen en el asesinato de un niño de 12 años. Los dos primeros si bien serán sometidos a un juicio jurídico no pueden ser recluidos en el Centro de Internamiento y sí serán sometidos a rehabilitación, el tercero de ellos será sometido a juicio como cualquier adulto que cometa un delito grave.
En Puebla, actualmente en el Centro de Internamiento Especializado para Adolescentes (antes conocido como la Granja López Mateos) hay 102 jóvenes de los cuales 7 son mujeres de entre 14 y 18 años, todos ellos cometieron delitos mayores (homicidios, secuestro, violación, lenocinio, tráfico de drogas y robo calificado).
Lo anterior demuestra que los jóvenes requieren urgentemente de una labor integral de prevención de delitos cometidos adolescentes, dirigida exclusivamente a este sector de la población (entre 12 y 18 años) porque también es claro que los grupos del crimen organizado tienen en la juventud sin ocupación un campo fértil, por ejemplo “en Mexicali se reporta que hay 122 pandillas de delincuentes juveniles que cometen el 70% de delitos en esa ciudad”.
Y preocupa mucho más al conocer que faltan tres años para que la población juvenil de México alcance su máximo histórico y sean casi 36 millones y que Guadalupe Espinosa, investigadora del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) haya reconocido recientemente que “En el país no se ha hecho una política integral para jóvenes”.
Sin duda la falta de oportunidades educativas y laborales que repercuten en desintegración y violencia familiar, son tierra fértil para que los jóvenes ingresen a círculos de violencia, generando frustraciones, soledades y sentimientos de no pertenencia.
Dicen los expertos que “Los jóvenes, más que mostrar su descontento a través de revoluciones, como sucedió en el siglo pasado, ahora habrá implosiones; es decir, un estallido hacia adentro. Cada vez veremos a más locos agresivos en la calle manifestando su disgusto”
Cierto es que hay esfuerzos individuales de organizaciones civiles e incluso también acciones de gobierno, pero no han sido suficientes; los datos demuestran que cada vez es mayor la incidencia de actos delictivos cometidos por jóvenes y que son cometidos con ira, crueldad y sin el menor remordimiento lo que determina la necesidad urgente de dirigir programas de prevención que eviten que los jóvenes ingresen a esos círculos de violencia o sean sacados de ellos impulsados por los gobiernos de los tres niveles y donde seamos corresponsables la sociedad en su conjunto.
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