Y la nueva legislatura federal entró en funciones. Los retos que tiene enfrente son tan grandes como los problemas que debe enfrentar y tratar de resolver desde su ámbito de competencias y de responsabilidades. Sin embargo, el primero de los escollos que deberá salvar es el del presupuesto, que, como cada año, esconde la cada vez menos velada intención de Acción Nacional de cargarle las cajas al pueblo para aligerar las espaldas del sector –supuestamente– productivo. La discusión se centra, de entrada, en la intención del PAN y sus secuaces de gravar con IVA los alimentos y las medicinas.
Esta medida ha quedado demostrado que será del todo inútil para los fines fiscales que le sirven de argumento y pretexto, pues el único fin es seguir sosteniendo a un grupo de empresas, las cuales reciben toda clase de beneficios para ahorrarse grandes cantidades por concepto de contribuciones. Los números no mienten, veámoslos. De entrada, se calculó ya que el IVA en medicamentos hubiera dejado este año 12 mil 500 millones de pesos, en tanto que por alimentos, la captación hubiera sido de 82 mil 500 millones.
Esto arroja la friolera de 95 mil 500 millones a costillas de un pueblo cansado y harto de un régimen que sólo lo ve como un esclavo que debe satisfacer los caprichos de los señores post feudales y que debe evitarles cualquier obligación. Total, en la mente de esos señores de la derecha para eso está el pueblo: para aguantar. Así, la Secretaría de Hacienda le devolvió 179 mil millones de pesos de IVA a esas grandes empresas e industrias comodinas y las benefició con 23 mil millones más por concepto de subsidios a gasolina, electricidad y otros energéticos, de los cuales pueden disfrutar a tasas preferenciales por ser supuestamente productivas.
Esto –el IVA devuelto y los subsidios– arroja la cantidad de 202 mil millones de pesos que el gobierno de la ultraderecha le concede a sus patrones –a quienes no les debería doler cumplir con sus deberes– pero le quiere cargar 95 mil millones a un pueblo que cada vez tiene menos para comer, porque, por desgracia para Calderón, los números cada vez le favorecen menos. Podríamos considerarlo como el presidente del déficit. Con él, han perdido votos su partido, poder adquisitivo el pueblo, esperanzas la actual generación y posibilidades la que ya viene en camino.
Empezamos con los numeritos de Calderón. El diario El Economista publicó recientemente una noticia impactante. De diciembre de 2006 a julio de 2009, “el presidente del empleo” (el suyo, supongo) logró que se perdiera 1 millón 189 mil 622 empleos, lo que significa que se pierde una plaza laboral cada minuto con 9 segundos, o sea, se pierden mil 239 trabajos diarios. Una gran cifra para alguien que todavía pretende cargarle más impuestos a aquellos que ha dejado en la calle y sin oportunidades.
Eso, sin contar los miles de muertos que ha dejado su guerrita con el crimen organizado –lo mismo de policías, soldados y civiles, así como delincuentes, ejecutados y otros que se les atravesaron a unos y otros–, aunque eso sí, se enorgullece de haber consignado a unos 6 mil criminales, los cuales a su vez han sido sustituidos por otros 8 mil nuevos. Y les han incautado grandes cantidades de dinero, mismas que ha perdido en sus batallitas. Qué numeritos los de este presidente del empleo. Podríamos seguirlos contando, pero ya basta de desgracias por hoy.
Por otra parte, y hablando de formas y fondos, decía el notable Jesús Reyes Heroles (el papá, no el hijo) que en política la forma es fondo. La clase política parecía haber comprendido el valor de esta lección, pero la tecnocracia, que sólo entiende de números y apariencias, no. Por supuesto, el presidente no es la excepción, aunque no es político –pues carece de estilo, moral y capacidad–, ni tecnócrata –pues no domina ni la economía ni la planeación–. Así, como Fox, Claderon va pifia tras pifia, si bien no es tan espectacular como su predecesor. Sucede que, en su intento de informe de gobierno reciente, Calderón llamó a todos –¿todos quiénes?– a redefinir el México que queremos, pues según él, es la hora de cambiar de fondo, con todos los riesgos y costos que ello implique. Evidentemente, él no asume los riesgos ni paga los costos.
Pero la pifia más reciente rebasó toda expectativa, la semana pasada (entre el 24 y 31 de agosto) los gobernadores, funcionarios y miembros de los demás poderes federales y estatales, líderes de partidos políticos, senadores y diputados federales recién electos, les llegó la invitación para un desayuno que tendría verificativo el 1° de septiembre en Palacio Nacional, para rendir el presidente su tercer informe de gobierno. Grave error, el traspié presidencial consistió en la invitación que se hizo a los diputados federales que aún no habían rendido protesta como tales, a un informe que aun no había sido entregado al Congreso de la Unión con lo que el presidente demostró que le interesa más, ser aplaudido que cuidar de las formas. Entonces, el primer cambio a fondo debería consistir en cambiarlo a él. Por fortuna, cada vez falta menos para el 2012, año en que los mexicanos podremos librarnos de él y trabajaremos con alguien que sí sepa gobernar. Al respecto, el PRI tiene alternativas. ¿Querrán los mexicanos cambiar a un presidente inepto (el segundo de la tanda) por uno que sí valga la pena? El tiempo lo dirá………. Saludos DESDE EL UMBRAL
Jorge Alfonso Ruiz Romero
Diputado Local del PRI, LVII Legislatura
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