El 15 de mayo además de que en México es la fecha en que se conmemora a los maestros y maestras, también es el día Internacional de la Familia, fecha que no fue establecida por alguna religión, es una fecha determinada producto de un análisis que revela la necesidad de llamar la atención a los gobiernos del mundo para que planteen políticas públicas para proteger y fortalecer a las familias, lo cual queda plasmado en el Resolutivo 47/237 aprobada por la Asamblea General de la ONU un 20 de septiembre de 1993.
“Funcionales o disfuncionales, monógamas o polígamas, legales y reconocidas o condenadas por las leyes, homoparentales o heteroparentales, monoparentales o con madres y padres de sobra, o formadas sólo por el afecto, parejas de hecho o sociedades de convivencia, respetuosas de las tradiciones o transgresoras, alternativas, multirraciales y multiculturales, conservadoras y autoritarias o permisivas y sicoanalizadas, pobres o enlistadas en Forbes, numerosas, con hijo único o sin hijos, con hermanastros, medios hermanos, cuartos de hermanos, divorciadas o hasta que la muerte nos separe… la familia sigue siendo el núcleo fundamental del tejido de nuestra sociedad” señalaba un artículo recientemente publicado con motivo de este día.
Si partimos de la base de que las familias son la unidad social básica, es evidente que ahí los seres humanos iniciamos nuestra formación y nuestro crecimiento, a partir del amor, los cuidados, la convivencia, el respeto y el diálogo, bajo cualquiera de las formas que hayamos decidido construir a nuestras familias.
Pero ¿cómo lograrlo? -decía el artículo mencionado-: “Porque pareciera como si habláramos de un futuro utópico o de un pasado que nunca existió. ¿Qué ha sucedido con las políticas de población, con la planificación familiar? ¿Qué Día de la Familia podemos celebrar cuando las mujeres son encarceladas por abortar en algunos estados, aun si han quedado embarazadas por violación? ¿Qué festejar si casi 40% de los menores de 20 años sufre maltrato dentro de su hogar; si lo mismo sucede con uno de cada tres ancianos? ¿Si el alcoholismo es un problema endémico? ¿Si 43% de la población infantil vive en hogares en situación de pobreza? ¿Si 3.5 millones de niños son víctimas de la explotación laboral? ¿Si la mayor parte de los niños que mueren en América Latina son mexicanos o brasileños?”.
Incluso la UNAM ha publicado en un estudio relacionado que señala que la familia es la principal estructura discriminatoria de nuestra sociedad. Una de cada tres padece violencia física, emocional o sexual. Como lo dicen los especialistas, esto tiene su origen “en las crisis que nos golpea y que generan desempleo, marginalidad, exclusión, inseguridad, insatisfacción. Las familias de todo tipo son víctimas del desmantelamiento del Estado de bienestar y del triunfo de las más crueles políticas neoliberales”.
Por ello la urgencia de contar con políticas integrales: seguridad social, salud, educación, vivienda, son solo algunas de las necesarias e indispensables acciones que deben ser integradas para cumplir con la propuesta de “proteger y fortalecer a las familias” señalada en el Resolutivo de la ONU y por ello también, la necesidad de aprovechar la fecha para reflexionar, analizar, volver a pensar en el papel determinante de la familia en la salud física, mental y social de los individuos.
Esta fecha nos debe servir también para llamar a los gobiernos de todos los niveles a que respondan a la resolución de la ONU. Para apoyar a las diversas instancias de la sociedad civil en su reclamo y en sus acciones, frente a quienes pretenden apropiarse el concepto de “familia” para dictar políticas excluyentes, retrógradas e intolerantes.
Se trata de “defender la pluralidad, el diálogo y el derecho a la diferencia como camino para construir una sociedad más justa”.
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