De verdad que quisiéramos, ya, de una vez por todas, borrar de la memoria la famosa influenza humana, misma que sólo hubiera servido para tomar conciencia de la falta de mantenimiento e higiene personal, en el hogar, centros educativos, de espectáculos y alimenticios. Olvidar que sigue dominando la falta de información confiable, creíble, real y oportuna y también que debemos aprender a vivir con la influenza y callar y perder en el intelecto los alcances del rechazo que sentimos y, dejamos hacer sentir a otros y otras, aún a nuestros propios familiares, por el miedo al contagio para sí o para nuestros seres queridos, hijos o abuelos, ante la enfermedad de la influenza AH1N1.
Así sucedió momentáneamente cuando regreso de lleno la esperanza que le dimos el nombre de “fase amarilla”, nos preparamos para el regreso a clase de los niños que por cierto dejaba al descubierto una vez más las fallas sanitarias en los centros escolares, ya las habíamos reconocido en algunos centros y casas de salud. Estábamos listos para: retornar al trabajo, subir la cortina del negocio y adolescentes y jóvenes haciendo planes para el fin de semana en el antro. Que decir de los candidatos de los diversos partidos políticos, afilaban navajas para la guerra verbal y de desacreditación del contrario, ante la falta de auténticas propuestas y reconocimiento de las necesidades de la sociedad, perdidos sólo en la búsqueda de la curul.
“Se me olvidó que te olvide, se me olvido que ya no estás, que ya no regresaras, a mi que nada se me olvida”(1) y salimos del encierro Calderón a celebrar a nuestras queridas Mamás. En Puebla, el fin de semana reportó 100% de cupo por consumidores en los restaurantes; las calles del centro, adquirieron una vez más la música de la orquesta de cieguitos y los antros desde la salsa hasta la música pop; el zócalo y la fuente del General Ignacio Zaragoza recibieron nuevamente a aquellos que los convierten en el único paseo dominical para pequeños y grandes y todo parecía haber vuelto a la normalidad.
Pero la normalidad trajo de nuevo a nuestras vidas el narcotráfico y como mazo en el cerebelo el obeso secretario de hacienda federal dejo en claro que nos habían preparado para que el catarro fuese influenza y finalmente fue reconocida la recesión en México y al igual que el virus con proporciones aún desconocidas y como dice la canción “y me volvió a sangrar la herida”(2).
“Como decían las abuelas, lo que no es habitual, pone en evidencia lo frecuente, que de tan cotidiano, lo hace pasar como inadvertido”.
La influencia ocupo el lugar de todos los problemas y los gobiernos nos hicieron olvidar que ahí estaban todavía sin resolver, que México es muchos Méxicos, y que no es lo mismo la capital del país y la de los Estados que los municipios con las múltiples carencias de infraestructura que tienen.
Desde luego que se agregó una imagen más a la ya deteriorada de los mexicanos en el extranjero. ¡Ni siquiera a jugar fútbol con nosotros quisieron venir los equipos “hermanos” latinoamericanos de la Copa Libertadores!”, nos pusieron en cuarentena los chinos y esta se está volviendo eterna, varios chicos que estudian en Canadá hablan el español con acento de la madre patria para que no los discriminen. Si como expresará un articulista éramos solo Cancún pues ahora se nos cayó el turismo, fuente indispensable de divisas y sustento de la economía.
Y, volviendo a nuestras entrañas, los empresarios y prestadores de servicios han sido beneficiados, por las dos semanas de perdidas, con reducciones fiscales, claro aunque hayan despedido a los empleados o no les hayan pagado los días de obligado asueto.
Recordamos “a nosotros que nada se nos olvida”, que el sistema se basa en el mercado, no en las personas y resulta por tanto normal que se despidieran a mujeres por el simple hecho de estar embarazadas, o porque ellas no mantienen a las familias, no obstante el extraordinario trabajo del proyecto “Mujeres valiosas”.
Y ustedes ¿Cómo la ven, cómo la están pasando? ¿Cómo les va en el catarro-influenza-recesión?
(1)Canción de Lolita de la Colina, la canta el Cigala con acompañamiento al piano de Bebo Valdés, CD edición especial “Lagrimas Negras” editado el 2004.
(2)Ibidem.
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