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A DIEZ AÑOS

Diputada Rocío García Olmedo
17 de mayo de 2010 

Hace diez años un once de mayo, fallece el hombre oriundo de Atlixco Don Héctor Azar. Hombre crítico, muchas veces rudo en su trato, severo y considerado por sus discípulos como “un hombre excepcional en una armadura de ogro, pero en el fondo un gran amigo y maestro de la vida”. Dueño de una gran lucidez literaria que lo llevó a ser considerado un reconocido dramaturgo, poeta y ensayista.  Hombre de las artes que trascendió de su natal Atlixco a México y al mundo.

En su trilogía “Las tres primeras personas” escribía “Volviéndome paso a paso hacia el origen de mis recuerdos –habiendo regresado sobre mis propios pasos- trato de mostrar los garabatos de mis emociones masticadas, despojadas, carcomidas y expuestas en la vitrina de mi tórax. Mi piel, mi rostro, mi voz, mi sexo, mis actos cotidianos en la exacta medida del ruido y del silencio que describen” 1

A los muchos y prestigiados  reconocimientos otorgados en vida al Maestro Azar, se sumó la entrega de la Presea Gral. Ignacio Zaragoza, otorgada por la L Legislatura del Congreso del estado de Puebla  y el Gobierno del estado de Puebla en 1988;  sesión solemne donde al Maestro le sorprende este reconocimiento de sus coterráneos y se pregunta sereno ante la finura de su texto de agradecimiento “si le asisten los merecimientos para que su corazón se ensanche con destellos de la historia de su país; si puede aspirar a reproducir instantes supremos de ese “ser poblano” que Palafox y Mendoza fraguó y que Zaragoza protege desde el altar la patria”.

Así era el hombre que se preguntaba si tenía los merecimientos para recibir este reconocimiento de las autoridades de su estado natal;  pero que al recibirlo nos vuelve a regalar el don de su escritura “Aquí mismo, en este venerable recinto en que la fuerza impetuosa de la palabra escrita encuentra reposo temporal, la generosidad de quienes gobiernan mi estado natal permite que el simple trabajador de la cultura patria, toque apenas o haga rozar siquiera su nombre de agua atliscense con el vigor humanista de Palafox y Mendoza, y favorezca el toque estremecedor con quien va a caballo aún por el cielo poblano, sucesivamente a las generaciones que ven en él al dador de la dignidad y el honor de la patria: Ignacio Zaragoza”.

Sus merecimientos los describe con claridad el académico Manuel Alcalá a quien le correspondió hacer su semblanza a su ingreso a la Academia de la Lengua, recordaando que Héctor Azar fue discípulo de Francisco Monterde.: Por su vivir entregado a las letras –poesía, novela, teatro-, a la cátedra y a la amistad.  “…no por mero azar,  a Azar, con mayúscula, pasa a ocupar la silla número II que por cuarenta y seis años fue la cátedra monterdiana de esa casa del saber. Cátedra de saber y sabiduría, de cortesía y convivencia.”

Por ello para los atliscences este hombre excepcional vestido “en una armadura de ogro, pero en el fondo un gran amigo y maestro de vida”, es un orgullo,  “por su vivir entregado a las letras –poesía, novela, teatro-, a la cátedra y a la amistad” y “volviendo paso a paso al origen de los recuerdos” a diez años de su muerte, en Atlixco su ciudad natal, refrendamos el reconocimiento a sus merecimientos.

1 Azar Héctor; Fragmento  de la trilogía “Las tres primeras personas”.- 1977. 

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