Diputada Rocío García Olmedo
1° de marzo de 2010

Es sin duda verdaderamente triste que aún con los avances conseguidos en la legislación y las acciones de asistencia y acompañamiento que desde las Instituciones se han abierto para atender  a las víctimas de violencia,  pareciera que no cede.

En Atlixco el fin de semana he conocido de tres casos muy lamentables. Dos de ellos visibilizan la violencia que hay entre l@s adolescentes  y el otro en contra de una mujer, joven madre de dos hijas que vive en unión libre con un hombre que la ha llevado al hospital con lesiones muy severas.

Será que el imaginario colectivo todavía se resiste a reconocer que los jóvenes sienten que el ejercicio de la violencia les refuerza su masculinidad?  Será que los hombres no quieren reconocerse como mayoritariamente generadores de la violencia?  O será que las mujeres aún no estamos lo suficientemente conscientes para detectar los síntomas del maltrato?

A las mujeres se nos hace responsables de ser las educadoras de esos niños y niñas, ya que somos nosotras “el pilar de nuestros hogares” y por ende de nuestras familias. Me pregunto qué los hombres no participan también?  Qué no tendrán alguna responsabilidad también en la educación de esos hijos y de las hijas?

Bien dice Cirilo Rivera “Pareciera ser que la violencia hacia las mujeres, solo es asunto de las mujeres, sin embargo, ¿qué pasa con los hombres? ¿A qué nos comprometemos para erradicarla? Los hombres nos llegamos a dar cuenta de la violencia que viven las mujeres únicamente cuando nuestra hermana, amiga, madre, novia, pareja es violentada por otro hombre u hombres, sin embargo, la violencia que como hombre ejerzo, la niego o no la reconozco. Qué fácil ha sido para muchos hombres ignorar la violencia, guardar silencio siendo cómplices, haciendo “chistes” o “comentarios graciosos”; la violencia que generamos los hombres no nos hace más hombres”.

Si la violencia contra las mujeres y las niñas es considerada por los organismos internacionales como una pandemia internacional, con un porcentaje de hasta un 70 por ciento de mujeres que han experimentado violencia a lo largo de su vida, es sin duda urgente el desarrollo de un soporte para el cambio social cuando los hombres y los niños se impliquen, por ejemplo, en medidas para eliminar la violencia contra las mujeres y la superación de los estereotipos. 

Y hoy aún cuando pareciera se han fortalecido las políticas de igualdad, también sin duda se han multiplicado las alarmas ante la persistencia de actitudes y conductas machistas en la juventud.

Queda demostrado que no es suficiente adoptar leyes y políticas; hay que establecer una práctica de forma más eficaz.  Y el desafío ahora esta sin duda en la población masculina de este Estado y este país. Esto no puede considerarse solamente un asunto de mujeres.

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