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DESDE EL UMBRAL…

Diputado Jorge Alfonso Ruiz Romero
3 de diciembre de 2009

• Reelección: Sí y no.
• A la mitad de la nada.
• Chuleta de Cordero.

En sus tiempos, don Porfirio se hizo viejo en un poder sempiterno, y sus subordinados, igual. Evidentemente, como dictador, aspiraba a ser eterno en el cargo, y no le importaba que nada tuviera tintes democráticos. Entonces, los jefes políticos, los legisladores, los ministros, etc., también se hicieron viejos en los cargos. Para los profetas de la desgracia, especialmente los que hablan de una tercera conflagración en 2010, esta podría ser una buena analogía más con la situación actual prerrevolucionaria.

El reciente viso reeleccionista del presidente más repudiado después de Fox, cuando mucho, podría ser un intento flaco para granjearse a la clase política con una dádiva –sí, una mordida política– que le deje eternizarse en los cargos a cambio de apoyar sus iniciativas e intentonas fascistas. Aun si no la tomamos como tal, la propuesta para que haya reelección inmediata para los legisladores y presidentes municipales, es, y no es, al mismo tiempo, una mala idea.

Lo es, porque contra ella ha habido un sinnúmero de luchas históricas en este país: contra el imperialismo de Iturbide, contra el autoritarismo de Santa Anna, contra el imposicionismo de Maximiliano, contra la dictadura de Díaz, y en general, contra toda forma de reelección. Si bien, se ha rechazado tajantemente que el presidente de la República se reelija, en los años 1930 se eliminó la reelección legislativa inmediata para evitar que las responsabilidades parlamentarias se viciaran con las ambiciones personales, y para dar rotación a los cuadros políticos en un régimen que intentaba volverse democrático.

Entonces, como actor político, podría ser conveniente para uno aceptar la propuesta presidencial, pues implica más carrera política, pero como ciudadano, como hombre del pueblo y de a pie, se debe hablar sobre los pro y los contras de tal propuesta. Se aceptaría, pensando en que para un alcalde y para un legislador, tres años a veces no son suficientes para continuar con un proyecto de largo alcance. Sin embargo, la opción de reelegirse le daría al pueblo la posibilidad de mostrar la aprobación o reprobación del trabajo del munícipe o representante en turno. Así, alguien con resultados efectivos, podría ser reelecto, y alguien que no hizo bien su trabajo, se iría sin mayor discusión.

Sin embargo, si me inclinara por la reelección inmediata, lo haría, definitivamente, a favor de que se aprobara pero sólo para un período más, es decir, dos periodos continuos, -seis años-, pero no más. La percepción ciudadana es que hay personajes que sólo buscan perpetuarse en el cargo, y hay numerosos casos en que así es. Pero además, ¿alguien podría imaginarse al ex-presidente municipal de Puebla, Luis Paredes, un año o un trienio más, haciendo tropelías y extendiendo su prepotencia y su arbitrariedad? ¿O al perredista René Bejarano, como diputado eterno, con sus corruptelas y bellaquerías? ¿Tendremos los mexicanos tanta culpa para merecer tales castigos?, creo que son temas que habrá que analizar muy bien.

Por otro lado, Calderón celebró tres años de fracasos y retrocesos como si hubiera dado buenos resultados. Pese a sus cifras, sus sonrisas y mentiras, cada día estamos peor: la derecha mexicana, con dos presidentes, hizo pedazos al país en menos de un decenio. Vaya, son como Rambo, un solo hombre es capaz de destruir no solo una ciudad, si no todo un país. Fox y Calderón hicieron trizas a más de 100 millones de mexicanos, a un país entero con todos sus recursos, en apenas 9 años. ¡Ni el mejor guerrero hubiera podido lograrlo!

Así, la deuda interna se duplicó en este período; las ejecuciones y las muertes por la guerra contra el narco se pueden contar en miles; la influenza y la guerrita psicológica del miedo acabaron con la economía mexicana en menos de un año; tenemos el peor nivel de desempleo de la historia de México, y la línea de pobreza aumentó exponencialmente. Esa es la verdad de Calderón: si gobernar es más que administrar, puesto que ante todo es infundir fe y confianza, el presidente del desempleo ha hecho exactamente todo lo contrario.

Pese a los pases de su varita mágica, de sus declaraciones, de su discurso lleno de porcentajes, crecimiento sostenido y, en general, de afirmaciones en torno a un México que sólo existe en su cabecita enferma y en su imaginación, la realidad es otra: los precios de la canasta básica se han incrementado entre un 50 y un 100%, hay más impuestos y gravámenes, hora por hora decrece más la economía y la federación se endeuda cada día en un mil millones de pesos, para cubrir su deuda interna. Me queda claro que la idea de crecimiento de Calderón es regresarnos al nivel que teníamos antes de la revolución de 1910.

Y de nuevo, el secretario de estancamiento –que no de desarrollo– social. Ernesto Cordero, el más maleta de un gabinete pésimo, anunció que otros 6 millones de mexicanos cayeron en la pobreza extrema como si proclamara un triunfo. Mi pregunta es: ¿por qué nadie en este país es capaz de exigirle su renuncia si está haciendo mal su trabajo, y todavía lo divulga con una desfachatez que, si no fuera tan ofensiva, daría risa? Es increíble que le paguen cientos de miles de pesos por burlarse de la gente. ¿O será que esa es una de sus funciones oficiales, y nadie nos lo había anunciado? Y pensar que todavía faltan tres años…

Jorge Alfonso Ruiz Romero
Diputado Local del PRI, LVII Legislatura
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