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Cerrar la brecha de la desigualdad
Diputado Pablo Fernández del Campo Espinosa
9 de noviembvre de 2010

Para nadie es un secreto que uno de los enormes retos que tenemos como país y en particular las instituciones públicas y privadas es reducir la brecha de desigualdad social, misma que en los últimos años se ha incrementado gradualmente y de manera sostenida, por diversas causas.

Mucho de la violencia que hoy vive nuestro país tiene como origen la falta de oportunidades para los ciudadanos que tienen una esperanza de desarrollo con dignidad, pero que al paso del tiempo carecen de las oportunidades mínimas de asistencia médica, educación y, por supuesto, empleo.

Al mismo tiempo, hemos dejado el tema demográfico a un lado y, en consecuencia, se ha generado un desarrollo desigual, pese a esfuerzos institucionales y gubernamentales que debemos reconocer, pero que también están muy  lejos de alcanzar resultados satisfactorios.

Según los Indicadores del Desarrollo Mundial 2010 del Banco Mundial, las desigualdades sociales en México son todavía más pronunciadas de lo que presentan los datos del  INEGI. De acuerdo con estos índices, hacia el 2008 al 10 por ciento más pobre de los mexicanos les correspondía el 1.2 por ciento del ingreso nacional total; en el otro extremo, el 10 por ciento más rico de la población concentraba el 41.3 por ciento.

Esos son números fríos, pero la realidad en la calle y en las zonas urbanas cada vez es más lacerante y representa una asignatura pendiente, en la que debemos corresponsabilizarnos todos, dejando a un lado el falso modelo de que el gobierno es el único benefactor y corrector de los problemas.
Sin duda que los gobiernos, todos, tienen una enorme responsabilidad para revertir el ensanchamiento de la pobreza y de la desigualdad, pero también aquellos que, precisamente, más tienen podrían ser benefactores de quienes menos tienen.

Para ello, es indispensable interrelacionar el trabajo de las instituciones públicas, las fundaciones, asociaciones civiles y agrupaciones privadas, a fin de que podamos trasladar los “excedentes” de bienes para quienes se encuentran en una condición precaria y de supervivencia.

Sin embargo, este modelo no debe ser únicamente asistencialista, sino que necesariamente debe llevar la idea de transformar el modo de vida de quienes menos tienen, a fin de que puedan generar sus propias oportunidades de desarrollo en el mediano y largo plazos.

Se trata de un trabajo de corresponsabilidad que es necesario poner en marcha y en donde ya se ha iniciado apretar el acelerador, porque gran parte de los problemas que aquejan a nuestra sociedad tienen su origen, precisamente, en la desigualdad social de nuestro México.

Diputado del PRI y Presidente de la Comisión de Gobernación del Congreso del Estado
 

H. Congreso del Estado Libre y Soberano de Puebla
LVIII Legislatura
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