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ESTADO POBLANO LAICO

Diputada Rocío García Olmedo
1 de noviembre de 2010

 

El jueves pasado en sesión del Pleno del Congreso, fue aprobada  por mayoría calificada la reforma artículo 2º de la Constitución poblana, para hacer explícito el concepto “laico” como forma de gobierno.

Esta Iniciativa fue presentada desde el mes de julio del año 2009 y enviada para su estudio y dictamen a la Comisión de Gobernación, Justicia y Puntos Constitucionales, muchos meses pasaron para que fuese incluida para su discusión y finalmente ha sido concretada.

Sin duda de una gran importancia no sólo por la alta carga histórica que representa, pero fundamentalmente derivado del reconocimiento de que en el proceso de edificación de Estado mexicano, el laicismo ha sido de vital importancia para la construcción del orden democrático y el régimen de libertades civiles que nos rigen.

En el razonamiento en tribuna para fundamentar el voto a favor de esta Iniciativa, se formularon una serie de argumentaciones históricas, desde la característica principal de este modelo que suele expresarse con la idea única de la separación entre la Iglesia y el Estado, reconociendo que este proyecto en el transcurso de la historia del mundo, ha sido impulsado también por personas religiosas que están muy lejos de profesar el anti dogmatismo; incluso recordando que, para muchos, el fundamento del Estado laico es un fundamento religioso; hasta, reflexionar el sentido y los alcances de proyección institucional de la laicidad que van sin duda más allá.

Sosteniendo que la laicidad del Estado supone así, mucho más que la separación del Estado e iglesias: “significa el respeto por parte del poder público, de los derechos humanos; la no discriminación y el pleno reconocimiento de la pluralidad que se expresa en una sociedad democrática”, se manifiesta en un sistema de pensamiento, se traduce en un proyecto institucional, en un modelo de organización política.

Ahí su alcance y ahí también el rescate del mayor legado de la generación más brillante que ha tenido México en su historia, la reforma liberal con la creación de Estado laico, que tuvo como base un Manifiesto lanzado desde Veracruz en julio de hace 150 años que precedió a las leyes de Reforma, legado que permitió la construcción del Estado nacional, legado que implica neutralidad frente a la religión y a la ideología, permite la diversidad y las diferencias, recuerda que la libertad que protege la Constitución se da individualmente y no a organizaciones; legado que nos permite hoy, construir el futuro.

Por ello la trascendencia de esta aprobación para Puebla, ya que hoy en día, no hay en el mundo sociedad moderna que no sea democrática ni sociedad democrática que no sea laica.

Una democracia moderna es inseparable del pluralismo y de la neutralidad religiosa en que consiste la laicidad. Son los elementos necesarios que apuntan en los orígenes de la modernidad, que cristalizan en la Ilustración y que se consolidan en los dos.

El pluralismo deriva de la propia condición humana y de la libertad de pensamiento, de conciencia, de cátedra, de la ciencia, de la investigación y de la creación artística. El pluralismo, una consecuencia del libre juego de la razón humana, no es obstáculo para la existencia de sociedades ordenadas y estables, siempre que sean sociedades tolerantes y donde se reconozca al otro, al ajeno, como un ser igualmente digno, libre y razonable, capaz de crear y de creer.

Íntimamente vinculada con la idea de pluralismo está la laicidad o la concepción laica del Estado, igualmente esencial para la democracia. En efecto, vincular laicidad con democracia es, desde otro punto de vista, reconocer la autonomía de la política y de la ética pública frente a las pretensiones de las iglesias de dar una legitimación social al poder político, vinculándolo con su particular concepción de la verdad en relación con su idea del bien, de la virtud o de la salvación.

La laicidad no supone una acción de la democracia contraria al hecho religioso ni a las instituciones eclesiales, aunque ciertamente ha existido y quizás existe un laicismo agresivo enemigo del fenómeno religioso, sobre todo en siglos pasados.

No se trata, debemos aclarar, de volver a ese laicismo decimonónico, cargado también de un contenido teológico, aunque sea negativo. Se trata de defender la neutralidad del Estado, su carencia de opiniones religiosas, frente a una concepción teológica de la política, que pretende imponer el uniformismo, frente al pluralismo y el confesionalismo, frente a la laicidad.

Se trata, más bien,  de dar impulso a la reforma iniciada por Juárez, lo cual pasa de modo inesquivable, por el camino de una laicidad, expansiva por definición, apta para desarrollar el edificio institucional de una República moderna sin el cual el futuro democrático de nuestro nación sería utópico.
Esta argumentación enriquecida con algunas consideraciones amplias, que permitieran demostrar que incluso el propio fundador del PAN Manuel Gómez Morín, reconocía la frontera entre política y religión, y ostentaba los valores liberales, afirmando  “que el Estado laico era conveniente para que la Iglesia mayoritaria y las otras Iglesias cumplieran su función espiritual y evitaran la tentación, demasiado frecuente, de intervenir en los terrenos del César”. Evidencia rescatada en un ensayo publicado por la revista Nexos hace unos meses de la autoría de Alonso Lujambio, que define a Gómez Morín como un laico ilustrado;  sirvieron de argumentación  que permitió razonar el voto a favor de esta Iniciativa.

De manera que una vez que concluya el proceso legislativo que la ley prevé para una reforma constitucional el artículo 2º de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Puebla, quedaría: “El Estado adopta para su régimen interior la forma de gobierno republicano, representativo,  popular y laico, teniendo como base de su organización política y administrativa el Municipio libre”.

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H. Congreso del Estado Libre y Soberano de Puebla
LVIII Legislatura
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