Diputado Pablo Fernández del Campo Espinosa
12 de octubre de 2010

La semana pasada presenté una iniciativa que resultó a todas luces polémica, pero que está en el marco de la discusión de un país y un estado que camina hacia la consolidación democrática y que debe explorar cambios sustanciales en el ejercicio de gobierno.

Esta propuesta que fue presentada en el pleno del Congreso del Estado pretende que la duración del periodo de los ayuntamientos pase de tres a cuatro años, a fin de ofrecer la posibilidad al municipio de mayores márgenes de planeación estratégica y financiera, en beneficio de la población.

El sentido municipalista tiene que ver con aprovechar mejor la experiencia adquirida en los primeros años de cada administración, no sólo por lo que corresponde al alcalde, sino de todo el cabildo. Con ello, se evitará la improvisación, la discontinuidad en las políticas públicas municipales y  una mejor planeación del gobierno.

Además, se podrían programar obras de mayor impacto social, con periodos de ejecución de hasta tres años que hoy ninguna administración se atreve a realizar; aunado a ello, se mejoraría la coordinación institucional, particularmente, en zonas conurbadas, ya que un periodo más largo de los ayuntamientos facilitaría la planeación de obras intermunicipales.

Con un rango de cuatro años se propiciaría mayor estabilidad en los gobiernos, que significa certidumbre para los ciudadanos en cuanto a la prestación de servicios públicos. Es decir, no habría pretexto para que una obra pública se presupueste, se ejecute y se entregue a la comunidad dentro del periodo constitucional de los ayuntamientos.

Todas estas virtudes de la propuesta desembocan en una mejor administración y manejo de los recursos públicos, porque evita improvisaciones, decisiones precipitadas, e interrupción de proyectos de infraestructura. El cuarto año para una administración municipal es vital porque significa la consolidación de la obra de gobierno.

Los principales razonamientos para proponer dichas reformas en la duración de los ayuntamientos son: que en el primer año de gobierno municipal la autoridad apenas empieza adentrase en los temas fundamentales de la administración municipal, es decir aprende su función; en el segundo año es cuando realmente tiene la posibilidad de ejercer lo aprendido; sin embargo, en el tercer año dejan de lado cualquier asunto relacionado con el mandato municipal, porque están preocupados y ocupados en su salida y, en consecuencia, en su siguiente cargo público.

Otro aspecto importante que se esgrime para prolongar el mandato municipal es el económico. Son millones de pesos que cuesta una elección para que con tan poco tiempo la autoridad se vaya del cargo. Además con la mayor temporalidad de duración municipal se estimularía la continuidad de las políticas públicas y programas municipales que tengan éxito.

Ahí están los beneficios, el tema está en la mesa de la discusión y en el debate público. Es tiempo de asumir una nueva realidad y buscar decisiones de fondo que propicien mejoras en el ejercicio de gobierno.