Diputada Rocío García Olmedo
31 de agosto de 2010

Si bien muchas mujeres en la insurgencia lograron trascender desde su época consignando su participación desde los primeros cronistas, como fue el caso de Josefa Ortiz, Leona Vicario, Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín  o Antonia Nava; con la revisión historiográfica sobre los roles femeninos en los años de Independencia se ha venido dando cuenta de muchas otras mujeres insurgentes cuyos nombres son poco conocidos, con lo cual se ha podido iniciar el estudio de la participación de las mujeres de esa época.

Esta revisión también ha demostrado el desequilibrio presentado en la investigación que no ha consignado los indudables méritos de estas mujeres, a pesar de que por sus acciones en pro de la Independencia de México perdieron la vida.

Poco a poco el incremento de la historiografía de género va saldando la larga deuda histórica con las mujeres permitiendo dar la justa dimensión al papel que desempeñaron.

De lo anterior se da cuenta en la publicación “Mujeres Insurgentes” recientemente presentada en el Congreso del estado de Puebla, a través de una serie de ensayos de la autoría de diversos historiadores y especialistas que respondieron a la Convocatoria suscrita por el Senado de la República.
“Mujeres Insurgentes” incluye ensayos del Dr. Moisés Guzmán Pérez “Mujeres de amor y guerra. Roles femeninos en la Independencia de México”, de la Dra. Rosío Córdova Plaza “Por no haber una mujer que no sea una berdadera insurgenta” así como aquellos que lograron menciones especiales: de Eduardo Miranda Arrieta “Antonina Guevara. Encrucijada y destino de una mujer en la insurgencia de la América mexicana”, de Jaime Olveda Lagaspi “Entre la persecución y la muerte. Las mujeres insurgentes” y de María Elena Valadez Aguilar “Pocos nombres conocidos, muchos ignorados. La participación de la mujer en el movimiento de Independencia”.

Bien señala el Dr. Guzmán Pérez “las mujeres mexicanas se convirtieron en apoyo fundamental para la insurgencia, unas con las armas o con sus encantos. No entraron a la revolución para medrar, ganar fama o sacar provecho de la situación…su actividad fue intensa, variada, llena de peligros y dolor; iba desde incondicional correo insurgente hasta ofrendar la vida en defensa de su patria; vieron morir a sus esposos e hijos, fusilados o en combate; las que conspiraban tomaron la pluma para escribir cartas subversivas o informaban en clave los pasos del enemigo; también dejaron las “enaguas” y se vistieron de hombres para ganar respeto de la tropa; aprendieron a enfundar el fusil y enfrentar a los realistas cara a cara..” “Las que decidieron quedarse en sus hogares no fueron menos importantes, fueron las bases de apoyo con que contó el movimiento”.

Esa incursión de las mujeres en el movimiento bélico sin ambiciones políticas, ya que no se consideraban sujetos políticos a la manera en que lo hacían los hombres y la vuelta a la “domesticidad” como refiere la Dra. Córdova Plaza, obscureció el activismo femenino, porque existía en el aparato conceptual de la época una imposibilidad histórica para reflexionar sobre los derechos de la mujer, aún cuando se encontraron mujeres politizadas y combatientes.
Queda claro con esta lectura que “no había ninguna forma de abstraer del escenario bélico” a las mujeres y el papel protagónico que tuvieron en la guerra por la Independencia.

Invito a conocer esta publicación y a continuar haciendo el recuento de las mujeres de esa época capaces de tener plena conciencia política de lo que sucedía en esa época, recordando las palabras de Leona Vicario dichas a Lucas Alamán en 1821 cuando fue atacada por él, al señalarle que su único patriotismo había sido abandonar su casa para seguir a un “amante” su esposo:

“No solo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres: ellas son capaces de todos los entusiasmos, y los deseos de la gloria y de la libertad de la patria no les son unos sentimientos extraños, antes bien, suelen obrar en ellas con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres son más desinteresados.”

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